El reinado de Fernando VII

Goya y la España de su época


La abdicación de los Borbones en Favor de José Bonaparte provocó la insurreción popular del dos de mayo de 1808



Fernando VII
con las insignias reales
Fernando VII, tras el motín de Aranjuez, necesitaba del reconocimiento de Napoleón, que tenía en España parte de su ejército, con motivo de la guerra contra Portugal. El emperador atrajo a Fernando VII hasta Bayona, donde le impuso a él y a la familia real la abdicación, primero de Fernando en su padre Carlos, y luego de éste en Napoleón, que a su vez dió el reino a su hermano José Bonaparte. Se promulgó la Constitución de Bayona, inspirada por los franceses.

La noticia de estos hechos provocó la insurreción popular del dos de mayo de 1808, que se propagó rapidamente por toda España. La autoridad se localizó en ese momento en numerosas Juntas Locales, después en Juntas Provinciales y Central, para la defensa del país frente al enemigo francés. En estos momentos, la victoria del general Castaños en Bailén fuerza la retirada francesa hasta el Ebro, y desembarca un ejército inglés en Portugal. La llegada de Napoleón cambió la situación. Españoles e ingleses son derrotados en varias batallas (Tudela, Uclés), teniendo que retirarse al sur los españoles, y siendo obligados a reembarcar los ingleses. Es sitiada y conquistada Zaragoza. Tras las derrotas, España dejó de disponer de ejército.

El nuevo desembarco del futuro Duque de Wellington en Portugal se saldó con su retirada a Lisboa, el sitio de Cádiz, último bastión de resistencia española en el que se refugiaron las Cortes, y la ocupación del país por el ejército francés. A partir de 1811, el ejército inglés de Portugal derrota en varias ocasiones a los franceses (Torres Vedras, Ciudad Rodrigo), y en 1812 vence en Arapiles, llegando a Madrid, aunque se retira de nuevo a Portugal. José Bonaparte se reestablece en Madrid, pero se retira al norte durante 1813. Perseguido por Wellington, es derrotado en Vitoria y San Marcial, con lo que termina la guerra.

La guerra española puso de manifiesto dos nuevas manifestaciones del pueblo frente a las instituciones del Antiguo Régimen. Por un lado, la guerrilla, como forma de combate del pueblo llano frente a ejércitos profesionales. Por otro lado, la formación de nuevos órganos de gobierno, llamados Juntas, en los que se depositaba la voluntad política del pueblo, en un momento en el que habían desaparecido los instrumentos de poder de la monarquía. La culminación de este proceso fueron las Cortes de Cádiz, de las cuales surgió una nueva organización política, en el cual el estado se convertía en liberal-burgués.

La firma del Tratado de Valençay en 1813 supuso el regreso de Fernando VII a España. A su vuelta, impuso la restauración absolutista radical, derogando la obra legislativa de las Cortes de Cádiz. Esta actitud absolutista sólo se vió modificada durante el Trieno Liberal (1820-1823).

Entre 1814 y 1820 se produjo la restauración del absolutismo más extremada. El Decreto de Valencia declara nula toda la obra de las Cortes de Cádiz, y se reinstaura el estado de cosas anterior a 1808. La resturación eliminó todas las instituciones creadas durante la guerra, y devolvió el poder político a las bases tradicionales del poder monarquico, la nobleza y la iglesia. Será el levantamiento del ejército acantonado en Andalucía para ser enviado a América el que forzará, apoyado por ciudades en toda España, el trieno liberal.

A raíz de este levantamiento, el rey jura la Constitución de Cádiz y convoca a las Cortes. Durante este período, las disensiones entre los liberales y la actuación de los grupos contrarrevolucionarios impidieron todo avance de las reformas. La entrada en España del ejército del duque de Angulema (los Cien Mil Hijos de San Luis) para restaurar el absolutismo en la persona del propio Fernando VII. supuso una dura represión contra los liberales.

Durante el reinado de Fernando VII tuvo espacial importancia el problema agrario, a causa del mantemiento del régimen de señorío. Ni el Trienio liberal ni los periodos absolutistas pudieron ofrecer soluciones viables. El comercio sólo comenzaría a recuperarse a partir de 1830-1840, con medidas proteccionista, y de la mejora de la red de comunicaciones. Se arruinó la producción familiar, y el artesano se convirtió en mero asalariado, al tiempo que el desarrollo industrial no despegaba. Se creó un explosivo clima social, en el cual las tensiones entre trabajadores agrícolas y urbanos, frente a burguesía y nobleza, serán una constante.

En el ámbito de la América española, la guerra contra Francia supuso el hundimieto del sistema político colonia y la creación de cabildos criollo. A partir de 1810 la situación pasa a ser casi de independencia, hasta 1815. A partir de 1816 las victorias de San Martín, Bolívar y Sucre hacen que en 1824 la dominación española en América haya terminado.

Jesús Tramullas




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