1781.03.17. Zaragoza. Francisco José Goya Lucientes a Junta de Fábrica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.

Muy Ilustre Señoria.

Don Francisco de Goya...[prosigue como el texto del documento 40 hasta el renglón 147] ..la pequeña obra de las Pichinas, por ser parece dependiente de la media naranja y que pide una entera conforrnidad, en el estilo y todas sus circunstancias, a ver los embarazos que cada dia se le aumentan a sus rectos designios no encuentra otra esperanza para su sosiego que el proporcionar lo mismo que parece se apetece y es el que se retire a la Corte y su destino.

Hasta de ahora lo presumia asi, pero ha llegado el exponente a convencerse sin la menor duda, de que estas son las intenciones de todos sus contrarios, y aun que han podido conseguir es que Vuestra Señoria apetezca el separarle de la obra para lo cual tiene dos desengaños muy claros en las dos cartas que tomando el nombre de Vuestra Señoria le ha dirigido el Señor Arcipreste Allué: en la primera su fecha 11 de los corrientes, le dice que a los Señores de la Junta no gustaron los bocetos de las Pichinas y que le habian encargado viese a Don Francisco Bayeu para que este se tomase el trabajo de examinarlos y arreglarlos, a lo que se habia escusado no obstante los convenios anteriores; y dice que vea el exponente si hay medio para componer el asunto, en la inteligencia de que la Junta desea la buena armonia, aspirando solo al acierto y perfección de la obra.

Prontamente comprendió el exponente que aunque sus deseos fuesen el complacer a Vuestra Señoria no podian verificarse por el medio de recurrir a Don Francisco Bayeu para la corrección de los bocetos, porque si éste se habia negado al Señor Arcipreste Allué no obstante la autoridad de su Persona, y facultades que deben considerársele en el encargo de las Pinturas, no podia prometerse el que por el rumbo de una amistosa condescendencia y no con el tono levantado de Maestro a que no podia sujetarse ei exponente sin perjuicio de su honor, y otros motivos particulares y gustos que tiene para resistirlo, se lograse la enmienda de los bocetos; y pensando en el asunto con la sinceridad ingenua que corresponde entendió que el medio más oportuno para llevar a efecto sus buenas intenciones, era el suplicar al mismo Señor Arcipreste Allué el que le manifestase los defectos que Vuestra Señoria habia advertido, para enmendarlos como lo hizo en una carta atenta que le dirigió en contestación de la suya. Nunca creyó el exponente que esta conducta fuese equivocada ni reprehensible, porque Vuestra Señoria que adbirtió en el exámen los referidos defectos de los Bocetos, a poca costa podia insinuarlos, y con su enmienda, prontamente verificada, conseguía el exponente este primer punto de complacerle y la satisfacción de acertar a gusto de Vuestra Señoria a que conspiran todas sus intenciones, que en otra forma, como no podia prescindir hasta que se le manifestase el error, de que no lo hubo, le era preciso permanecer en el mismo dictamen con que los formó.

A consecuencia de aquella reberente y humilde contestación, el mismo Señor Arcipreste Don Matias Allué ha dirigido otra Carta al exponente con fecha de 26 del corriente, en que tomando nuevamente el nombre de Vuestra Señoria le dice que no gustaron a Vuestra Señoria los Bocetos de las Pichinas por no estar bien concluídos, y corren por el mismo rumbo de ropaje, colorido, e idea de la Media Naranja que tanto ha disgustado, y que mientras no presente aprobación por escrito de Don Francisco Bayeu no se dará por satisfecha Vuestra Señoría ni tendrá libertad para permitir que se pinten.

Este es el último desengaño que llega al exponente de dos cosas en que se le quiere complicar, y a que no puede consentir, la lª a que se sujete como ignorante en su profesión, e incapaz del desempeño de la obra, a la corrección y magisterio de Don Francisco Bayeu, haciendo con el acto mismo que se le prescribe una solemne confesión de la ignorancia que se le increpa. Para venir al consentimiento de tan vergonzosa bajeza, era preciso que se borrase todo el mérito adquirido por sus trabajos en la Corte, pues en otra forma no se lo permite su honor ni su misma conciencia, pues seria una condescendencia, que desde luego le arrancaba el de la obra de la Media Naranja, que si no hoy, se lo hará en lo venidero, y el que le granjeó la calidad de Académico de la de San Fernando, adquirida en la Corte y con las personas Reales; de manera que volvería a su destino un profesor desacreditado, un pincel de puro mandato, y a quien no podia encargársele cosa alguna, confirmando a más las voces populares, y el desaire del exponente. Y la segunda el que Don Francisco Bayeu habria conseguido este testimonio para descargar el golpe en la Corte, y persuadir lo que tanto desea: de que el exponente ha sido un mero ejecutor de aquel, dependiente suyo, y sujeto a no parecer en el mundo sin su amparo y patrocinio.

Así pues recurro el exponente a la bondad de Vuestra Señoria con el sentimiento y dolor de no haber acertado a complacerle; pero si las reglas, y estilo que en los trabajos, y estudio de su profesión, y de que ya no puede repararse, no convienen al gusto de Vuestra Señotia se promete con asegurada confianza de que al menos considerando los hechos que se dejan referido, le disculpará en no condescender algo que le prescribe en su misma Carta del Señor Arcipreste Allué. Y le persuadirá Vuestra Señoria de los justos motivos con que se halla para apartarse de un acto que parece indiferente y tiene las consecuencias más perniciosas; como también sé que las increpaciones con que se le acusa en su persona, y procedimientos son calumnias arrojadas para reconciliarle hasta el odio y desafección espera el exponente que desde luego puede retirarse a la Corte, con este pequeño consuelo, recompensando asi los grandes ultrajes que ha padecido, y perjuicios que se le han ocasionado, pues asegura a Vuestra Señoria que su dolor consiste en no haber acertado a complacerle, y que lo hará siempre que Vuestra Señoria le proporcione ocasión en que quiera emplearle en su obsequio Zaragoza.

Canellas López, Ángel. Diplomatario, Francisco de Goya. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1981. Registro, documento 41.



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