1781.03.30. Aula Dei. Felix Salcedo a Francisco Goya Lucientes.

Aula Dei 30 de Marzo de 1781.

Mi Querido Amigo y Dueño: en vista de la variedad de cosas que llegan á mis oidos, sobre las historias con su Hermano Don Fracisco Bayeu, y de aber tenido carta de un Amigo mio, y tambien Vuestra Merced en que me dice que abiendo Vuestra Merced presentado los Bocetos de las Pechinas á la Junta del Cavildo, decretó esta que no las admitiría por buenos, ni prosiguiria Vuestra Merced en su obra, mientras no los acompañasse la aprobación de dicho Bayeu pero que vuestra merced se ha cerrado absolutamente á no pasar su censura, y á irse antes á Madrid que convenir en ello, no puedo dar asento á semejante resolución. Lo tengo á Vuestra Merced por hombre de mas juicio, y prudencia, que la que correspondería a esse hecho: tambien me hago cargo, que como hombre puede resolver sin el mayor acierto o que las leyes de su Facultad pidan determinaciones distintas, de las que yo puedo figurarme. Sea lo que fuere, fundado e especialisimo afecto y cariño que a Vuestra Merced tengo por el que le deseo el mayor acierto en todas sus cosas, y que en todas resplandezca su cristiandad, su hombria de bien, y su honor; me tomo la licencia de exponerle mi sentir. En primer lugar digo á Vuestra Merced que no hay en el hombre acción más noble, christiana, y religiosa, que el humillarse á otro hombre, quando lo pide la razón, o la de Dios; y cuanto más se humille, y lo merezca menos la Persorna á quien se humilla, tanto más heróica y meritoria será la acción.Nuestro Redemptor Jesús nos enseñó esta doctrina con obras, y con palabras; con obras, humillándose y obedeciendo hasta á sus sayones; y pasando por el Juicio de unos Jueces proterbos, preocupados, y enemigos implacables suyos, en el que fue condenado á muerte de Cruz, contra toda justicia y contra toda ley; con todo,pasó por ella sin apelarla, ni resistirla, por que nos convenia para nuestra redempción, y para su infinita elevación y gloria; pues fue infinitamente exaltado, por que se humilló infinito. Con palabras inumerables nos recomienda esta virtud. Aprended de mi, nos dice, que soy manso y humilde de corazón. El que se humilla será exaltado, y el que se exalta, será humillado etc. Esta sentencia indefectible es de aquel Señor de cuya mano han de venirnos todos los bienes, assi espirituales como temporales; ó los castigos en uno y otro; pues quien quiera ser distinguido en honor, humillesse para amor del Señor; passe por esta sumisión tan repugnante á nuestra natural soberbia y altibez, ponga devajo de los pies todo respeto humano, todo lo que dirán los hombres, y solo para complacer á Dios, haga su humillación, que no faltará á su palabra en exaltarlo. Este es el buen proceder de un christiano, que está penetrado de las máximas del evangelio.

En el caso presente tambien pide la razón que Vuestra Merced se humille, ya por que la Junta solo pide, lo que ofreció Bayeu al cavildo de dirigir la obra de Vuestra Merced y Don Ramón, de modo que quedasse á su satisfacción siendo Vuestra Merced sabedor de ello; aunque con el dicho haya Vuestra Merced convenido en otro no ha sido con sentimiento del cavildo: este siempre puede hacer, se cumpla lo tratado; es el Dueño de la obra, quien la paga, y por lo tanto puede valerse de la censura de quien lo entienda para su satisfacción. En esto nada ofenden á Vuestra Merced, antes es á su favor, por que si la obra es buena, con la censura se publica por tal para todos, y sale de la variedad de opiniones. Y cuanto mejor sea el sujetarla al parecer ageno, cederá en honor de Vuestra Merced esto, aunque la hubiera de juzgar el peor Pintor del mundo, por que la obra será la que siempre dará testimonio del mérito de Vuestra Merced y el averla sugetado á visura de otro, lo dará de su humildad, y hombría de bien. Fuera de que seria muy mal visto de todos, el que por una etiqueta se estrellasse con todo un cavildo que puede favorecer mucho a Vuestra Merced y á los suyos, porque no sabe Vuestra Merced lo que Dios le guarda y es justo quedar bien con él. Es la primer obra de nota que á Vuestra Merced se le ha ofrecido, y sería cosa lastimosa, saliesse Vuestra Merced de ella pleyteando; que aunque ganase el pleyto, quedaría en el concepto de hombre temeroso y vano. Ya no es el punto de Vuestra Merced con su cuñado, sino con el cavildo; ya no se trata de subordinarlo á Vuestra Merced á él, sino de querer el dicho cabildo tener aprobación de sugeto hávil (como lo es Bayeu) de su obra de Vuestra Merced que no puede Vuestra Merced escusar, en fuerza de hombre de razón Ya se todas las réplicas que Vuentra Merced me está haciendo; hace dias estoy persuadido de ellas; pero entiendo, no son oy del caso, para negarse á lo que pide la Junta; y añado, que aunque hubiera Vuestra Merced tenido razón asta aora, la perdió para en adelante; y se justificaría Bayeu de sus procedimientos por lo que tengo dicho. Tambien entiendo que pide la razón que Vuestra Merced se acomode á las circunstancias del tiempo; oy se encuentra Francisco en el concepto del cavildo por el hombre más sobresaliente, y á visperas de ser primer Pintor del Rey; Vuestra Merced (aun quando fuese de mayor habilidad) comienza aora, y no tiene aun ganado el concepto, y es preciso pasar por ello, sugetándose á su censura, como lo pide la Junta, dejando lo demás al tiempo, y á la providencia del Señor. Al buen pagador no le duelen prendas; ni al buen Artífice el dar á la común censura sus obras; si Vuestra Merced lo reusasse en las suyas, juzgarian todos, era por no tener satisfacción de su acierto, y por faltarle humildad, para verlas correjir.

Ya no resta sino que Vuestra Merced me diga, que está pronto á exponer su obra á la crítica de la Academia de Madrid, pero no á la de su cuñado; si piensa Vuestra Merced assi, es tentación clara del enemigo, que solicita el indisponerlo a Vuestra Merced para siempre con su Hermano, fomentar en ambos un aborrecimiento irreconciliable, causar un escándalo público con infinitos pecados, con otras desbenturas: esto y mucho más se seguiría de semejante resolución.

Por lo mismo que se han cruzado entre los dos lo que se, deve Vuestra Merced con toda generosidad y caridad christiana sujetar sus Bocetos al dictamen de Bayeu para hacer á Dios este obsequio de humildad, al público de hedificación, á sus Amigos de gusto, y aun á Maria Santissima le adelantará la gloria, de que desde luego quede pintada su casa. Que ha de decir su cuñado a vista de un proceder de Vuestra Merced tan christiano, y prudente? Tengo por cierto que su censura será para llenarlo a Vuestra Merced de honor, me persuado de ello firmemente. Quando él quisiera vengarse con desacreditarlo a Vuestra Merced (que no creo) todo Mundo sabría entonces la diferencia de corazones de Bayeu y de Goya, y haria justicia; y principalmente Dios que ve todos nuestros interiores daria á cada uno lo que se merece. Y entonces venia bien, el apelar de su censura, á la Real Academia, que el Señor lo favoreceria á Vuestra Merced: Pero de lo contrario, no espere Vuestra Merced buen éxito.

Mi dictamen como de su mayor apasionado, es que Vuestra Merced se someta á lo que pide la Junta, que haga llebar sus Bocetos á casa de su Hermano, y le diga con el mejor modo: Esto pide el cavildo, aquí los tienes, registralos á tu satisfacción y pondrás por escrito tu Dictamen para presentarlo, portándote en ello, segun Dios, y tu conciencia te lo dicte, etc. Y esperar la resulta. Reflexióneno Vuestra Merced de espacio, pídale á la Virgen del Pilar le de luces para el acierto, y execute lo que le parezca ha de serle más grato Su Magestad y á su Divino hijo que también le pido lo mismo; por que soy su Amigo de corazon que Besa Su Mano.

Fray Félix Salzedo

Mi amigo Don Francisco Goya.

Canellas López, Ángel. Diplomatario, Francisco de Goya. Zaragoza: Institución Fernando el Católico, 1981. Cartulario, documento XXIX.



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