Basilio Boggiero Spotorno
(1752-1809)


Maestro infatigable, el escolapio Boggiero significa uno de los aportes más importantes de la pedagogía del siglo XVIII.
Fue mártir de los Sitios.




El Padre Boggiero, juntamente con el Padre Traggia, fue uno de los más ilustres escolapios establecidos en Zaragoza. Maestro infatigable, culto orador y consumado latinista.

Fue el éxito de los colegios escolapios extraordinario en el siglo XVIII. Hubo al principio una dura lucha para el establecimiento del Colegio Escolapio en Zaragoza, que al final comenzó a funcionar en el año 1733 de forma estable. El colegio, además de la Doctrina Cristiana, tuvo como condiciones para su funcionamiento la presencia de dieciséis religiosos y que se enseñase a leer, escribir, contar, gramática latina y retórica, debiendo ser la enseñanza gratuita, sin excluir las aportaciones procedentes de algún estipendio.

Con el transcurso de los años, el éxito de los escolapios fue magnífico, alcanzando sus enseñanzas a cerca del millar de alumnos, cifra ciertamente elevada en el total de escolares. Se celebraban además certámenes públicos de diversas materias, entre ellas Gramática y Retórica. No sólo se impartieron disciplinas estrictamente escolares, puesto que los escolapios fueron notables en la catequesis y predicación, y lo que es más importante, participaron activamente en la investigación, sobre todo en lo referido a la enseñanza, difundiendo el nuevo método pedagógico del Padre Celma.

La lista de escolapios es muy nutrida, destacando unos por su talento gramático, otros por su calidad pedagógica, o bien por su dedicación a la Historia. Además del Padre Boggiero, que sirve de ejemplo general, sobresalen el P. Sancho (arzobispo de Manila), el P. Celma (autor de Colección de autores latinos y de la Gramática latina) y el P. Benito Felíu (director del seminario andresiano y escritor de numerosas obras).

El papel de los escolapios en la educación de Zaragoza fue de primer orden, inscribiéndose en este ambiente el P. Boggiero, genovés de nacimiento, pero aragonés activo a lo largo de su vida. Así, en 1773 se encontraba ya en Zaragoza, de clérigo teólogo, llegando a impartir Retórica y Gramática. Alumno suyo fue el futuro general Palafox.

Quizá su obra más destacada fue la Introducción a la elocuencia española, editada en 1784, siendo especialmente interesante, en lo pedagógico, su «Plan de Educación», lamentablemente inconcluso y en el que contestaba a Rousseau en numerosas cuestiones. Tradujo muchas obras, entre ellas de Pascal (Pensamientos, En defensa de la Religión), siendo también autor de numerosas obras menores.

Palafox lo llamó a su lado al iniciarse la Guerra de la Independencia y realizó un denso programa de organización, sobre todo como consejero, arriesgando su vida en más de una ocasión al frecuentar los puntos más difíciles del asedio francés. Lamentablemente, en el curso del segundo Sitio, tras la capitulación de Zaragoza, fue asesinado, juntamente con el presbítero Sas, siendo arrojados sus cuerpos al río Ebro, por orden del mando francés.

Miguel Beltrán Lloris


Publicado en: Beltrán, M. ; Beltrán, A. ; Fatás, G. (dir. y coord.). Aragoneses Ilustres. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1983. p. 41-42.



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