Retratos de Floridablanca
y los grandes de España


Goya depositó grandes esperanzas en el retrato que realizó del primer ministro José Moñino, conde de Floridablanca en 1783 (Banco de España, Madrid). Esperaba que le abriera las puertas de la Corte de par en par, y que fuera un atajo para el título de pintor de cámara tantas veces ansiado (según documentación inédita, años antes escribe un memorial a Carlos III optando a tal puesto, avalado por su cuñado Bayeu). En el lienzo, Goya, autorretratado, ofrece un cuadro al ministro mientras éste, altanero, dirige la mirada al espectador. Al fondo un ingeniero o arquitecto no identificado y, sobre él, el retrato de Carlos III. Se desconoce el destino último del lienzo que puede estar relacionado con el Canal Imperial de Aragón, pues se advierte un plano de esta obra fomentada por el ministro y realizada por Ramón Pignatelli, paisano de Goya, al que también retrató (h. 1790, copia del original perdido en el Museo de Zaragoza).

A partir de 1785 pinta una serie de consejeros del Banco de San Carlos de Madrid (antecedente del Banco de España, su actual propietario), nobles nuevos o de abolengo: José de Toro, el Conde de Altamira, el Marqués de Tolosa, el Conde de Cabarrús, etc. En el encargo pudo mediar Ceán Bermúdez, funcionario del Banco, historiador del arte y uno de los primeros críticos y coleccionistas de la obra de Goya. Amigo de Goya desde sus primeros pasos en la Corte, fue retratado en esos años (col.part., Madrid). En carta dirigida a su amigo Martín Zapater, meses después del nombramiento (1786) como pintor de cámara, le confiesa su «triunfo» en la corte: «Me abia yo establecido un modo de vida enbidiable, ya no acia ante sala ninguna, el q. quería algo mio me buscaba, yo me acia desear mas y si no era personage muy elebado, o con empeño de algun amigo no trabajaba nada para nadie».

Clientes suyos fueron grandes nobles como los Duques de Osuna y la Duquesa de Alba. A los primeros hizo varios retratos individuales o colectivos, como el del Museo del Prado (1788), y le encargaron otras muchas pinturas. Con la de Alba mantuvo una estrecha relación que fue más allá de la artística. Ya viuda, le dedicó uno de sus retratos más bellos, pintado durante una corta estancia de Goya en la finca ducal de Sanlúcar de Barrameda (1797, The Hispanic Society of America, Nueva York); el retrato perteneció siempre a Goya. Destacable por lo inusual de su estilo es el retrato de la Marquesa de Santa Cruz (1805, Museo del Prado), magnífico ejemplo del neoclasicismo romántico, en el más puro estilo del Directorio.

Véanse también los retratos de:

Bibliografía

GLENDINING, Nige. Goya : La década de los Caprichos : Retratos 1792-1804. Madrid, 1992. (Catálogo de la exposición celebrada en la Academia de San Fernando, Madrid).

TOMLINSON, Janis A. Goya en el crepúsculo del Siglo de las Luces. Madrid, 1993. (Ed. original inglesa: Goya in the Twilight of Enlightenment. New Haven & London, 1992).

Ricardo Centellas

José Moñino, conde de Floridablanca
Ramón Pignatelli
La condesa de Altamira con su hija
El Marqués de Tolosa
El Conde de Cabarrús
La familia del duque de Osuna
El duque de Alba
La duquesa de Alba
La duquesa de Alba con su dueña


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