El mejor tipógrafo aragonés del siglo XVIII y uno de los más renombrados de Europa, cuyas obras se distinguieron por su gran calidad Una edición de J. Ibarra |
Ibarra, tipógrafo universal, se distinguió por la calidad de sus trabajos de la que se hicieron lenguas autorizados críticos. El rey Carlos III, visitante asiduo de su imprenta, le preguntó en cierta ocasión, que cómo era posible que su obra, tan bien impresa, necesitase fe de erratas; a lo que contestó el zaragozano: Señor, no es obra perfecta la que carece de tal requisito.
Aprendió Ibarra muy pronto el oficio de tipógrafo, con su hermano Manuel, en Cervera, donde también se familiarizó con el latín y el griego, escribiendo el primero con gran perfección. Tras varios años transcurridos visitando imprentas, se instaló en Madrid, saliendo de sus imprentas más de 2.500 libros. La Historia de España, del padre Mariana, fue calificada de tan bien impresa que resultaba imposible hallar otra en toda Europa. También fue favorable el juicio de la Real Academia, que le encargó la segunda edición del Diccionario de la Lengua Castellana, así como varias del Quijote: Desempeñó su cometido con perfección admirable, empleando tipos hermosos y claros y sacó un trabajo pulcro, que bien acredita la fama europea de aquel entendido tipógrafo gozaba. La obra capital fue la Conjuración de Catilina y la Guerra de Jugurta, de Salustio, maestra en su género, así como el Misal Mozárabe. Murió Ibarra en Madrid, a los 58 años. Lamentablemente, pocos años después se vendió su casa con todos los enseres. Miguel Beltrán Lloris
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