San Vicente Mártir
(Siglo III d. C.)


Diácono en Zaragoza, sufrió gran martirio en Valencia, tomando su culto un relieve universal, especialmente en Aragón, desde la baja romanidad



Uno de los santos más relevantes de Hispania, Vincentius Hispanus, que fue incluido por Prudencio en el Himno IV de su Peristephanon, entre los mártires Caesaraugustanos. Vicente pertenecía a la iglesia de Caesaraugusta y sufrió martirio en Valencia, alcanzando su culto relieve universal. Se dice que nació San Vicente en Huesca a finales del siglo lll de la era, aunque no es seguro, comenzando su dedicación eclesiástica como arcediano de San Valero o Valerio de Zaragoza.

Según la tradición, fue encargado Vicente de la predicación de la fe, y como consecuencia de las numerosas conversiones que consiguió, fue prendido en el año 303 por orden del gobernador Daciano, y llevado a Valencia, juntamente con el obispo Valerio. Habiendo permanecido durante cierto tiempo encarcelados, el obispo fue liberado, pero Vicente sufrió cruel martirio por sus réplicas contra Daciano.

El martirio de Vicente constituye el tema central del Himno V de Prudencio Clemente y su ejecutor, el misterioso Daciano, si existió, debió de ser el prefecto de la Cartaginense, habiendo quedado desde entonces como el prototipo del cruel y feroz perseguidor de los cristianos. La pasión del Santo se conocía también en el Norte de Africa, y las actas del Pasionario hispánico parece que sirvieron de base a Prudencio para su relato, aunque recogidos los hechos posteriormente y describiéndose posiblemente a partir de informaciones orales.

A pesar de los tópicos en los que cae la descripción, estas actas influyeron decisivamente en los relatos de los santos hispánicos Félix de Gerona, y Cucufate y Eulalia de Barcelona, además de los «innumerables mártires» de Caesaraugusta.

En el himno IV se menciona a Vicente: Aquí nació, Vicente (Caesaraugusta), tu palma, entre su triunfal clero...¿No es verdad, Vicente, que antes de ir a ser martirizado en tierras lejanas, derramaste aquí las primeras gotas de tu sangre como prenda de tu dichosa y cercana muerte? Los zaragozanos te veneran como si su tierra guardase tus miembros y tus huesos... Nuestro es, aunque sufriera lejos de nuestro suelo... nuestro es y en nuestra palestra, ungido con el óleo de la fe y el arte del valor aprendió a domar virilmente al fiero enemigo. El detalle del himno V es terrorífico. Primero fue colocado Vicente en una cruz en aspa y después en la catasta, donde le rompieron los huesos, le azotaron, le abrieron las carnes con uñas de garfios de acero. Pero, no pudiendo minar su resistencia, mandó entonces Daciano que fuese desollado y colocado en una parrilla en ascuas.

Fue arrojado más tarde a una mazmorra, falleciendo después y siendo tirado a un basurero, donde fue defendido por un gran cuervo. Su cuerpo aún se arrojó al mar en un pellejo con una piedra de molino, pero fue devuelto a la orilla, recibiendo sepultura a las afueras de Valencia, trasladándose más tarde a Lisboa.

Miguel Beltrán Lloris


Publicado en: Beltrán, M. ; Beltrán, A. ; Fatás, G. (dir. y coord.). Aragoneses Ilustres. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1983. p. 154-155.



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