Goya se ocupó de este tema escabroso sin tapujos, como lo hizo con tantas otras contradicciones de su época Bellos consejos (Caprichos) |
La extensión de las enfermedades venéreas tras la conquista de América -y no las críticas de la Iglesia, repetidas durante siglos- abocó a la clausura de los prostíbulos españoles en el siglo XVII. Durante la Edad Media y gran parte de la Moderna, los lupanares habían sido regulados y protegidos por los concejos, de los que, por supuesto, percibían impuestos.
Como el lector podrá imaginar, las medidas tomadas no acabaron con la prostitución. Muy al contrario, al calor del desarrollo urbano de las grandes ciudades peninsulares y de la cuantiosa inmigración, en particular en la capital de España, el oficio más viejo del mundo se convirtió en una de las actividades más pujantes del XVIII español. Y todo ello fuera del control al que había estado sometida su práctica en los siglos pasados. Goya se ocupó de este tema escabroso sin tapujos, como lo hizo con tantas otras contradicciones de su época. De nuevo, vemos oscilar su atenta y aguda mirada entre diversas emociones, contradictorias como la propia vida:
Metáfora que se resuelve en la paradoja: la celestina fue maja, y la maja será celestina; la víctima será el verdugo, y el verdugo fue víctima. El varón, juguete de sus pasiones, es tanto reo como ejecutor. Y, el dinero, ese ser impersonal en el que es fácil camuflar nuestras responsabilidades, la navaja que, guiada con tino por nuestros peores sentimientos, cercena el destino de todos. BibliografíaAlcalá Flecha, Roberto. Literatura e ideología en el arte de Goya. Zaragoza: Diputación General de Aragón, 1988. Francisco Javier García Marco |
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