La crítica
de los malos matrimonios


Goya retrata el sufrimiento personal que produce el entender el matrimonio como un mero instrumento de la política familiar



¡Qué sacrificio! (Caprichos)
En las sociedades tradicionales la familia es la institución básica, y el matrimonio es claramente un instrumento más de la política familiar. Por ello, se considera demasiado importante para dejarlo a la voluntad de los contrayentes, y se determina por acuerdo entre los padres respectivos.

Los jóvenes -especialmente ellas- que se atrevían a desafiar el orden establecido se enfrentaban al descrédito y al vacío emocional de su familia. Incluso podían sufrir duros castigos físicos. Esta cruda realidad queda reflejada, por ejemplo, en el dibujo 93 del álbum C. En este trabajo, el rostro atormentado de una joven torturada en un calabozo contrasta con la liviana causa de sus desdichas, explicada en el texto que subtitula la obrita: Por casarse con quien quiso.

En consonancia con el nuevo espíritu de la época -cercano, por otra parte, a las ideas que con dificultad habían ido planteando los mejores moralistas católicos desde la Antigüedad-, Goya retrata el sufrimiento personal que a tantas personas les produce esta forma de entender el matrimonio.

En particular, nuestro pintor se ensaña con los matrimonios desiguales entre jóvenes y viejos (Capricho 14), que deja insatisfechas a las mujeres (D B.58) y las aboca a la depresión (Capricho 9) y al adulterio. Sin embargo, Goya no exime de culpas a las mozas que, por abandonar su casa El sí pronuncian y la mano alargan al primero que llega (Capricho 2).

No obstante, si una idea esta clara en estos trabajos, es la fuerza con que don Francisco deplora la situación de explotación en la que viven tantas mujeres europeas del XVIII, repartidas entre la tiranía del padre y la del marido.

Sin embargo, también el hombre es víctima de explotación y engaño, llevado de la vanidad de sus padres por emparentar con linaje (Capricho 57) o de su propia lujuria. En algunos dibujos como el 59 del álbum B o el Sueño 11, varios hombres observan con desconfianza a sus futuras y enmascaradas esposas. Para Alcalá Flecha se trata de hombres abocados a un matrimonio adultero. Para Lafuente Ferrari se trata más bien a hombres arrastrados al matrimonio por una novia embarazada, a buen seguro de otro hombre. En cualquier caso, la máscara de estas mujeres, como la de El sí pronuncian …, es una alegoría del tópico de la capacidad de fingimiento de la mujer, de su habilidad para manipular a los hombres y de la dificultad del primitivo e interesado varón para penetrar en su mundo mental. En definitiva, Goya piensa -junto con las propias Cortes de Cádiz- que los jóvenes deben elegir ellos mismos sin presiones a quien ha de ser su compañero, y como muestra el dibujo Capricho 84 nada nos importa lo que ellos hagan.

Pero no nos engañemos, ni siquiera la libre elección va a librar necesariamente a los cónyuges de las dificultades de tantos matrimonios: las peleas (Dibujo F.18), la explotación de la esposa (Dibujo G.13), el maltrato y el desamor. En estas ocasiones el matrimonio se convierte en una cárcel perpetua, en la que cónyuges que se dan la espalda se preguntan, y Goya con ellos: ¿No hay quien nos desate? (Capricho 75).

En definitiva, Goya muestra en su dibujo 15 del álbum C, sus pensamientos últimos sobre el matrimonio, no muy alejados por otra parte de los de tantos clérigos cascarrabias de su época. En dicha obra, titulada Segura unión natural, nuestro pintor muestra a una feliz pareja !hermafrodita¡. Aunque otros autores lo han interpretado como sublimación de una unión idílica -la evangélica una sola carne (Véase Alcalá Flecha)-, nos parece que el dibujo presenta con ácido humor la única condición en que dos personas pueden llevar una vida armoniosa: no ser dos seres distintos y separados. Aquí el seguro criterio de Goya parece fallar por una vez: !Como si las personas no riñéramos también con nosotros mismos¡

Casi veinte años más tarde, Goya dibuja un aguafuerte feroz (Disparate matrimonial), en el que un matrimonio hermafrodita transido de dolor aparece rodeado de un coro alucinante de viejos y viejas. La parte varonil del monstruo se encoge bajo la parte exhausta de la mujer. El hombre señala culpabilizador a un sacerdote que en oración con los dedos trenzados, parece aullar `no es esto, no es esto'. Este trabajo está en la línea de sus obras finales, en que nuestro pintor -incapaz ya de encontrar inocentes y culpables- parece ver la causa de nuestros males en la alianza entre los demonios externos y nuestros peores sentimientos. Alianza que, cuando reina, nos incapacita para ser felices y organizarnos en sociedad.

Bibliografía

Alcalá Flecha, Roberto. Literatura e ideología en el arte de Goya. Zaragoza: Diputación General de Aragón, 1988.

Francisco Javier García Marco




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