La mendicidad
Frente a la mendicidad, Goya fluctúa entre la suave crítica, la conmiseración y la estampa costumbrista Dios la perdone: Y era su madre (Caprichos) |
El tratamiento de la mendicidad en Goya -tema clásico, por otra parte, de la pintura española- fluctúa entre la suave crítica, la conmiseración y la estampa costumbrista. La caricaturesca deshumanización a la que el pintor de Fuendetodos había sometido a los malos frailes -transformados en duendecillos repulsivos- o a los nobles incultos -pintados como rollizos asnos- no asoma en la realista representación de sus mendigos.
Mirando sin prejuicios estas estampas, uno descubre algunas sonrisas (Dibujos C.35, C.34, etc.) bien alejadas de las del resto de sus grabados y dibujos, tan teñidas de lascivia y maldad, y en las cuales la carcajada siempre se llena de negro. Parece que para Goya la ingenuidad solo pudiera existir en la niñez, en el más absoluto abandono o en la locura inocente. Goya, indudablemente, exculpa de su vida parásita a los locos (Dibujo C.34), a los lisiados (Dibujo G.29), a las víctimas de la guerra (Dibujo E.c), y a los ancianos a los que después de una vida de trabajo nada les queda (Dibujo F.69). Él mismo dice en su dibujo C.28 Con estos no me meto. Ciertamente, sí que denuncia la miseria que cada uno se ha buscado a través de la bebida (Dibujo C.36), la codicia (C.56) o la pereza (Dibujo C.1). Pero si algún mensaje nos quiere transmitir con fuerza nuestro pintor es que la pobreza absoluta es un hecho, que la mendicidad es el último recurso de demasiada gente, y que el que niega la limosna es un lobo (Dibujo H.5) capaz de negársela a su propia madre (Capricho 16). BibliografíaAlcalá Flecha, Roberto. Literatura e ideología en el arte de Goya. Zaragoza: Diputación General de Aragón, 1988. Francisco Javier García Marco |
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